Este libro es uno de los
mejores que he tenido la oportunidad de leer. Está escrito con un buen
propósito, por un buen hermano, y de una buena manera. El libro, tanto en su
estructura como en su contenido, es muy bueno y deja complacido al lector que
busca que Dios lo guíe.
Desde las primeras
páginas se nota la importancia que el autor da a la salvación de las almas que
es por medio del sacrificio de Cristo en la cruz del Calvario, y crea en el
lector las ansias de predicar este mensaje de la salvación.
El libro intenta mostrar
un método atractivo para hablar a otros acerca de su fe, algo que se ha perdido
en los últimos años en las iglesias cristianas. Richard Sisson siempre comenta
anécdotas y experiencias propias para hacer ver al lector lo práctico de la
teoría (por así decirlo) que él enseña.
Me llamó mucho la
atención el hecho de que en el libro no se avanza hasta que el lector no esté
plenamente convencido en qué ha creído, si es que ha creído. No se puede
predicar a otros de la salvación cuando no sabemos ni siquiera qué es la
salvación, en qué está basado, cuáles son sus consecuencias, etc. Es por ello
que el escritor comenta:
“Hay
una fuerza increíble en el hecho de estar plenamente convencido. Pero hay una
sola verdad, hay una sola Persona que salva, un solo evangelio, un Salvador, y
una sola manera adecuada de responder al mismo.”
El
predicador del evangelio debe ser salvo y vivir una vida que demuestre frutos
de arrepentimiento para que su predicación pueda tener efecto en las personas
que escuchan.
También
se resalta el método con el cual se intenta llegar a las personas. Por ejemplo,
muchos cristianos en vez de predicar a Cristo, predican la iglesia. ¿En qué
sentido?, en el siguiente: “Te invito a que asistas este domingo a la iglesia”,
“tenemos un culto de adoración el viernes, te gustaría venir”, “ven este sábado
a la reunión de jóvenes, de seguro te gustará”. Frases como estas se escuchan a
menudo en la boca de muchos cristianos que caen en la trampa de Satanás, de que
en vez de predicarle al inconverso de la forma de ser salvo, simplemente evaden
el mensaje de salvación y lo sustituyen por una vaga invitación. El autor
cuando critica este hecho no lo está catalogando como malo, sino que llama a la
reflexión para que no lo hagamos todo el tiempo. Claro que está bien invitar a
la iglesia, de hecho, el autor fue salvo por una invitación que le hizo la que
es ahora su esposa cuando eran jóvenes; pero ése no debe ser nuestro mensaje
principal, como es obvio.
Richard
Sisson tiene un punto de vista con respecto al poder de Dios que es realmente
admirable. Muestra en sus escritos la posibilidad de que el mundo entero pueda
ser alcanzado -claro que con suposiciones- pero que de hacerse realidad, en
verdad tendríamos un mundo lavado por la sangre de Cristo. En ningún momento se
ve esta aclaración como una estimulación a llenar iglesias con el sólo
propósito de satisfacción personal, como ocurre actualmente en muchos grupos
cristianos, sino que es un estímulo para que se predique el evangelio de Cristo
como es debido, con las ganas y con el fervor con que lo hicieron los apóstoles
del Señor y los grandes protagonistas de los avivamientos que se dieron en
siglos pasados. Es asunto de fe en que Dios sí lo puede hacer (Marcos 10:27),
dejando siempre abierta la posibilidad pero sin cegarnos a la realidad.
Impresionante
el ejemplo que el autor coloca para simbolizar el estado de las iglesias hoy en
día:
“Sólo 4 de 100 creyentes saben cómo
hablarles a otros acerca de su fe con seguridad y precisión. El evangelismo se
ha convertido en un deporte para espectadores. 70.000 espectadores
desesperadamente necesitados de ejercicio miran jugar a 22 jugadores necesitados
de descanso.”
Creo que no hay más que añadir a
este comentario. Simplemente es una realidad que hay que reconocer y que hay
que combatir si queremos alcanzar las almas que se están perdiendo. Muchas
personas viven con la idea de que concurrir a la iglesia constituye mi
servicio para Cristo, más bien que mi preparación para el servicio para Cristo.
Esto se debe a que piensan que la congregación local tiene éxito cuando puede
llenar el edificio de la iglesia.
El autor siempre que presenta un
problema, presenta una solución, y esto es algo digno de notar. Él enseña que
los ministerios para una iglesia equilibrada son: Evangelización, comunión,
edificación y servicio. La clave de todo es que los “laicos” tienen que
comprender que son ministros de Cristo y tan responsables por los que se
pierden como el pastor.
Otro asunto en que concuerdo con el
escritor es que las almas no se van a salvar por el simple hecho de que me vean
con un buen testimonio. Es necesario que se predique, que se proclame, las
buenas nuevas de salvación con hechos y con palabras. Nuevamente, esto no
quiere decir que nuestro testimonio no predica, sino que no debe sustituir el
hecho de acercarse a una persona y exponerle el evangelio tal cual es.
El evangelismo es la clave para el
cambio de la sociedad, no debemos esperar que el cambio en la sociedad sea la
clave para el evangelismo. Se debe predicar a tiempo y a fuera de tiempo. En
cualquier circunstancia en que esté mi barrio, ciudad, estado, nación, y hasta
el mundo, debo predicar a Cristo.
Este libro no es un simple manual para
manipular a la gente para que reciba a Cristo, más bien es una guía de cómo
debemos conducirnos los cristianos después de haber recibido a Cristo:
predicando las buenas nuevas y teniendo una vida en santidad. Pienso que esto
es algo muy maravilloso.
Sin duda que este libro puede
cambiar la vida del creyente, para que sea más eficaz en su tarea de alcanzar “Jerusalén,
Judea, Samaria y hasta lo último de la tierra” con el evangelio de la
salvación.
El escritor
insta, además, a conseguir un compañero que esté dispuesto a evangelizar y leer
el libro, para que la lectura y las tareas que se asignan en los capítulos más
avanzados puedan tener el efecto que él quiere en la vida de los lectores. El
libro a partir del capítulo cuatro se convierte en un manual, con ayudas útiles
y prácticas para evangelizar de una manera eficiente.
Los objetivos
de este libro son que el evangelista:
- Despierte confianza en sí mismo.
- Adquiera
estrategias para llegar a personas que no conoce.
- Disponga de un bosquejo claro
de lo que es el evangelio.
- Memorice versículos de las escrituras que pueden
guiar a la persona inconversa a la salvación.
- Sepa llevar a una persona a tomar
una decisión por Cristo en cualquier circunstancia.
- Sepa cómo contestar a las
preguntas básicas de la gente, y venza el miedo y la vergüenza.
“Prepárese para Evangelizar” es un libro
recomendable para cualquier cristiano que quiera cumplir la voluntad de Dios de
ir y hacer discípulos a todas las naciones. Es un libro muy bueno y muy
completo, que abarca todas las áreas de lo que implica evangelizar.